martes, 28 de julio de 2009

Estar desempleado



Ayer mientras leía una de las actualizaciones de uno de mis contactos en Facebook, quien de manera casi suplicante manifestaba que necesitaba con urgencia emplearse, llegué a la conclusión de que el ser humano nunca está satisfecho con lo que tiene.
Carlos (nombre ficticio), quien no tiene ninguna necesidad de trabajar, pues a su corta edad ha logrado construirse un nombre en el mundo del periodismo del espectáculo en Santo Domingo hoy trabaja en proyectos independientes que le permiten sustentarse y llevar una “buena vida”.Sin embargo, esto no parece llenarle.
Y es que el trabajar por cuenta propia muchas veces no es sinónimo de satisfacción y ese sentimiento de realización y disciplina que te exige ser un empleado y cumplir con una serie de responsabilidades y tareas. Tampoco te da la posibilidad de intercambiar experiencias con los compañeros de trabajo que muchas veces se convierten en cómplices y amigos cotidianos dadas las largas horas de jornada compartidas.
Al mirar el ejemplo de Carlos, no pude evitar identificarme con su historia, pues comparto con él la misma necesidad de sentirme útil y productiva para una determinada organización en la que pueda aportar mis experiencias y conocimientos.
Parece mentira que unos meses atrás ese era mi anhelo. Me encontraba cansada de ese ir y venir, decepcionada por unas condiciones laborales que no llenaban mis expectativas.
Idealizaba una vida en la que tuviera todas mis necesidades cubiertas sin tener la necesidad de trabajar. Pensé que levantarme a la hora que quisiera, el no tener que cumplir ninguna responsabilidad me haría sentir bien.
Y sin mas, un día la frase de “Ten cuidado con lo que deseas ya que puede hacerse realidad” cobró vida y mi pretensión se convirtió en realidad y qué decepción me he llevado.
Hoy cuando la cifra de desempleo alcanza niveles alarmantes en el mundo, yo me encuentro dentro de esas estadísticas junto a Carlos y otras tantas personas que quizás no tomaron la decisión de renunciar a sus puestos y que hoy sienten ese mismo sentimiento de frustración y desesperación al no poder aportar su fuerza de trabajo y recibir a cambio su respectiva remuneración y cubrir sus necesidades.
Trabajar es sinónimo de esfuerzo, de entrega y de sacrificio, pero sin duda es la actividad que le permite al ser humano el sentimiento de realización y trascendencia. No en vano dijo Dios a Adán “ganaras el pan con el sudor de un frente”.

Mis libros preferidos

  • 11 Minutos, Paulo Coelho
  • El Oro y la Paz, Juan Bosch
  • El Perfume, Patrick Suskind
  • Paula, Isabel Allende