Un final que alegra

Últimamente he convertido este espacio en un muro de lamentos y llantos, oh por Dios! habiendo tantas otras cosas interesantes que compartir...jejej pero como digo en la descripción del blog éste es el lugar donde expreso tanto mis penas como mis alegrías.

Hablando de alegrías, hoy quiero hablar de lo contenta que estoy por estar arribando a la parte final del curso que me ha mantenido ocupada durante los últimos dos años.

Dentro de unos días estaré completando mi formación de manera práctica en una empresa del sector, en la que aprenderé cómo funciona el apasionante mundo del audiovisual visto desde dentro.

Parece que fue ayer cuando deposité aquel fardo de papeles en el Instituto Néstor Almendros para acceder a uno de los cursos más completos a nivel de radio, televisión, cine y espectáculos que auspicia la Junta de Andalucía.

El panorama laboral es incierto pero siempre hay un rayito de esperanza que asoma y te hace creer en un mañana mejor. El asunto es que cuando llegue el momento nos encuentre con una buena preparación académica.

Este logro no sólo es mío, detrás hay un montón de personitas que no sólo me han animado en los momentos duros, sino que me han orientado en el proceso. Gracias Esther, Mary Esther, Mary, por avisarme del curso, estoy segura que me será muy útil en lo adelante.

Pero sobre todo, agradezco a ese par de ángeles que Dios me dio por padres porque sin su invaluable apoyo y sacrificio no habría sido posible. A mi hermana, a mis compañeros de curso,gracias del alma.

Wao! parece como si estuviera agradeciendo un premio Casandra...jeje. Lo cierto es que llegar al final de una meta que ha costado mucho esfuerzo y sacrificio lo convierte en un verdadero premio.

Y es como siempre digo, lo mejor está por llegar.

Quizás

Quizás ya sea hora de coger las maletas y partir hacia otra realidad.
Quizás sea el momento de cerrar el paquete de ilusiones y regresar a la vida. Dejar de flotar por las quimeras que un día me fabriqué para huir contigo al planeta de los enamorados.
Tal vez llegó el momento de decirnos adiós porque nuestra historia fue igual de bonita, como imposible y triste, excitante como dolorosa.
Es probable que mis expectativas fueran mas grandes que lo que sentías por mi y que tu cobardía matara de un disparo mi corazón.
Siento que una retirada a tiempo me convertiría en valiente, en heroína si se quiere porque seguir a la espera de lo que nunca va a suceder me haría más daño que bien.
Te dejo partir con el dolor de mi alma, sin rencores, más bien guardando en lo más profundo de mis recuerdos los momentos bonitos que me regalaste.

Escépticos y optimistas

La buena lectura merece ser compartida. Aquellas letras que se quedan grabadas en tu memoria por su significado y valor.
Es el caso de esta pequeña reflexión del libro "Vivir adrede" de Mario Benedetti, en la que establece la diferencia entre la gente que prefiere ver el lado positivo de la vida y los que por el contrario ven gris hasta el día más soleado. Espero la disfruten tanto como yo.

"Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo. Son desconfiados de nacimiento.
Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias.
Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida.
Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan al pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca.
Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más leal, más respetable, y asumen el alma como agua.
Los escépticos son apenas mendigos, y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensaje que son indescifrables.
Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía".