miércoles, 13 de mayo de 2009

Inmigrante


Así me llamó mi padre cuando le comunicaba mi decisión de regresar a España. Cuando con apenas dos meses de haber pisado suelo dominicano, le decía que una vez más volvería a abandonar el nido e intentar volar y construir un futuro en Europa.
"No quiero que mis hijos sean unos inmigrantes, unos extranjeros a los que humillan, que van a pasar trabajo lejos de su casa". Esas fueron sus palabras para tratar de convencerme.
Que tristeza invadió el ambiente cuando pronunciaba esas palabras que para El no fueron mas que una especie de traición, de abandono, de ingratitud, hacia la familia, hacia la promesa de que volvería cuando hace mas de un año salí del pais a cursar estudios de postgrado en Sevilla.
Por mas que intenté explicarle que el asunto se trataba de superación, mas que de ambición, mi padre no entró en razón, a tal punto que ante mi inminente partida, no pude despedirme como habría querido, con una sonrisa y una promesa, al contrario, ni siquiera pude ver su rostro y darle un beso, porque se cubrió con la tristeza y la melancolía como de quien le arrebatan un trozo de vida.
Mis lagrimas se deslizaron cruelmente hasta el piso, invadiendo mi corazón, dejando un nudo que permanece atado por la distancia y el dolor y que no se desligará hasta que pueda volver a verlos a El y a mi madre.
No me arrepiento de la decisión tomada, conozco perfectamente el valor de las cosas, se que nada en este mundo es gratis, de que hay que luchar y caminar con la frente en alto para alcanzar nuestros objetivos.
Sabía que un día debía volar con alas propias y salir de la protección paternal para labrarme un mejor futuro, lo que no tenía previsto era que la distancia marcaría mi objetivo. Pero la vida es así, impredecible, y se que todo ocurre por una razón.
Como decía mi padre, he pasado a formar parte de las estadísticas de inmigración. Soy una dominicana mas que intenta construir una realidad basada en la superación constante y que no vacilará hasta conseguirlo.
Tengo al mejor aliado que cualquiera desearía tener, al Todopoderoso, que nunca me ha dejado y que cada día me muestra sus bendiciones. Y es que cuando Dios tiene planes para sus hijos no importan los obstáculos con su ayuda podemos sortearlos con éxito.

4 comentarios:

Alicia dijo...

Amén... Es la realidad, tienes alas propias y claro de que llegarás muy lejos de eso no me cabe la menor duda, porque Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Eres María Teresa Morel un extraordinario ser humano lleno de virtudes y de un gran corazón, adelante tienes al mejor administrador, a nuestro señor Jesús... El tiene el control de tu vida, así querida amiga, 1000 bendiones.

Juan Miguel dijo...

Te deseo lo mejor y que el Señor te acompañe. Además, nunca olvides que este pequeño país en el mundo, ubicado en el mismo trayecto del sol, hay muchas personas que te quieren. Bendiciones en abundancia para ti y para Rosa.

Kenia Gonzalez dijo...

Amiga, le juro que me puso a llorar con esta historia, a pesar de que ya la conocía.
como te he dicho anteriormente, tienes toda una vida por delante, tus padres siempre estarán para apoyarte,aunque digan lo contrario para convencerte. Es tiempo para pensar en ti y en tu futuro. Que Dios siempre esté contigo!!!

mariateresamorel.blogspot.com dijo...

Amigos muchas gracias por sus comentarios, son de gran apoyo y estímulo para mí. Espero que las bendiciones de nuestro Dios llenen sus vidas. Les quiero!!

Mis libros preferidos

  • 11 Minutos, Paulo Coelho
  • El Oro y la Paz, Juan Bosch
  • El Perfume, Patrick Suskind
  • Paula, Isabel Allende