viernes, 31 de diciembre de 2010

Aventuras oníricas


Quizás el ruido de la pertinaz lluvia que cae sobre Sevilla desde la madrugada, fue la que avisó a mis oídos y dio órdenes a mis ojos para que despertara tan temprano.

Y así, después de una dura lucha entre si me levantaba o no, decidí apartar mi cálido edredón más que nada porque necesitaba ir al baño, sólo por eso..

Era muy temprano y quería continuar durmiendo. Y efectivamente regresé a mi lecho y sin mucho esfuerzo volví a conciliar el sueño.

No se en qué momento, aparecí en el puente de Triana, sólo se que hacía un día raro, creo que las nubes le ganaban al sol y justo debajo, en el río, habían colocado una especie de plataforma por la que corrían entusiasmados niños y adultos y por la que navegaban los barcos sin dificultad.
Yo observaba aquel raro espectáculo desde arriba, pero no me animé a probar a "caminar entre las aguas" como los demás, ya que me daba pánico que la frágil estructura se fuera a la deriva con las decenas de personas que se hallaban disfrutando al saltar y pasear por el Guadalquivir.
Así que después de quedarme un rato viendo aquello, recuerdo que caminé por una cuesta en la que iba encontrando viejos amigos de la infancia a los que saludaba alegremente.
De repente, me encontré en el escenario de un teatro abandonado y viejo. El lugar era feo, oscuro, tétrico diría yo, y cerca de una silla en la que rápidamente me acomodé había un micrófono cubierto por telarañas.

No dudé en empezar un emotivo monólogo en aquel lugar. Estuve hablando cosas sin sentido hasta que un hombre me interrumpió desde el palco en un lenguaje que no comprendía. Contrario a intimidarme yo continué hablando porque pensaba que el hombre estaba aburrido como yo y que había querido unirse a mi juego de palabras.

Así estuvimos un buen rato hasta que me señaló una gran pantalla que se encendió con las imágenes y sonido de una ópera. Al parecer lo que el hombre había estado diciéndome era que me callara porque estaba interrumpiendo el espectáculo.

Seguido a esto, pude ver como el lugar poco a poco se iluminaba, y así fui descubriendo varias cabezas entre el público que me miraban fijamente como recriminando el ridículo que había estado haciendo. La sensación fue de "Trágame tierra" así que rápidamente abandoné aquel lugar avergonzada. Menos mal que en ese momento volví a abrir los ojos y respiré aliviada. Sólo se trataba de un sueño.

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Mis libros preferidos

  • 11 Minutos, Paulo Coelho
  • El Oro y la Paz, Juan Bosch
  • El Perfume, Patrick Suskind
  • Paula, Isabel Allende