
Es navidad otra vez y me sorprende el no parecer consciente de las festividades que se aproximan. Me siento extraña al no dejarme invadir por la alegría que caracteriza estas fechas. Y busco una explicación lógica a tal despiste. Quizás sea porque me he dejado abrumar por el trajín del día a día, o bien es una manera de obviar que éste será un año más en el que no podré compartir con mi familia, tal vez sea una manera de restar importancia a la fecha para no sentirme más triste.
En un par de días será navidad y la humanidad volverá a rememorar el nacimiento del niño Jesús. Volveremos a sentir un rayito de esperanza y una luz volverá a encenderse en nuestros corazones.
Mi esperanza renace y me hace aguardar con mucha ilusión el día en que vuelva a compartir con mi familia la Nochebuena, volver a cenar juntos, sentarnos alrededor de la mesa y compartir la alegría y la dicha de reunirnos a celebrar la natividad del Señor. Cada vez lo tengo más claro, la Navidad es sinónimo de familia y yo lo tengo decidido, el año que viene aquí no me quedo.
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