sábado, 25 de diciembre de 2010

Decir lo que piensas es sano


Me he pasado los últimos tres meses embarcada en un proyecto del curso que estoy haciendo, que desde el principio hasta el final fue un reto en todo el sentido de la palabra. Se trataba de producir un programa de televisión, desde la fase de pre producción hasta su emisión.

Como siempre estos trabajos suelen hacerse en equipo, ya que supuestamente es la mejor manera de trabajar hoy en día. En este caso los equipos se componían de dos miembros, lo cual aparentemente facilita las cosas, ya que entre dos personas es mas fácil entenderse.

Pensé que al conocer esta chica del año pasado y trabajar juntas en otros proyectos sería suficiente para sacar adelante el trabajo. Lamentablemente esta vez no sucedió así.
La joven, se escudó en las más variadas excusas, en supuestas obligaciones y se sumió en la total indiferencia, lo cual iba dejando pasar simplemente por no decir nada y no "hacerla sentir mal" con mis comentarios. Pensé que la fórmula correcta sería delegar ciertos puntos que no exigían mucho esfuerzo para integrarla, pero todo resultó en vano.

Pasaron los días y así se incrementaba la exigencia por parte de los profesores que pedían cada parte del trabajo puntual y sin demoras.

Al llegar a la entrega final vino el estrés y la frustración al ver que disponía de poco tiempo y mucho por hacer. Sin embargo, no decaí y no quedaba otra que dedicar largas horas de esfuerzo para sacar el proyecto adelante.

Acumulé tensiones, nervios y palabras no dichas en su momento, que aquel día de liberación al entregar el dichoso dossier, también descargué toda mi ansiedad en esa persona que se negaba a entender la actitud que yo había tomado.

Con altura le fui diciendo punto por punto lo que había sentido y mal pasado durante todo ese tiempo. Subía y bajaba la voz, estaba nerviosa, irritada, me desconocía.

Para resumir, esa persona que en su momento fue mi compañera con la que compartía mis recreos, mis historias, al día de hoy no nos hablamos, la relación quedó rota, y todo por no haber dicho las cosas en su momento.

Lo cierto es que he intentado arreglarlo porque no me gustan las discordias, ni malos entendidos, ella tiene sus razones para no hablar, pero yo también tengo las mías y en ese momento defendí lo que creía era justo.

Decir lo que se piensa es sano, es necesario. Es lo mas idóneo para mantener buenas relaciones con los demás, yo lo se, pero me cuesta ponerlo en práctica.
De ahora en adelante pondré mi empeño en desarrollar esa actitud, que es positiva, simplemente se trata de sinceridad y claridad el verbalizar lo que se siente.

1 comentarios:

Esther Campusano dijo...

Por eso digo lo que pienso y siento, y el que no pueda que reviente, si no quiere hablar, que le den, es una floja.

Mis libros preferidos

  • 11 Minutos, Paulo Coelho
  • El Oro y la Paz, Juan Bosch
  • El Perfume, Patrick Suskind
  • Paula, Isabel Allende